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martes, 7 de julio de 2015

Final Fantasy XIII: Reminiscence -tracer of memories- CAPÍTULO X – PASAJERA

Estoy en un tren. Me metieron en este tren, como mero cargamento. Mis manos están esposadas, llevo una camisa de fuerza, y me están llevando a algún lugar, junto a toda esta gente…


Todos están en sus asientos, cabezas y ánimos bajos. Las capuchas de los atuendos de contención ocultan sus expresiones de forma que no puedo verlas, pero sé que todos los rostros a mi alrededor deben de estar teñidos de miedo y desesperación. Nuestros apacibles días nos han sido arrebatados sin previo aviso, y estamos a punto de ser exiliados, llevado a un mundo lleno de peligros. Soldados con rifles nos vigilan, alerta.

De pronto el tren se zarandea violentamente. Los soldados pierden el equilibrio, y en ese momento salto de mi asiento.

Corro hacia los soldados, los mando volando. A un soldado se le cae un control remoto de la mano y lo rompo en pedazos bajo mi talón; los cierres eléctricos de nuestras esposas se abren. Los otros soldados están a punto de venir a por mí. Me quito el traje de contención y doy un salto. Aterrizo justo en medio de mis enemigos, y una buena patada los quita de en medio.

… Oh. Estoy soñando.

Me doy cuenta de esto mientras disparo el rifle que acabo de quitarle a un soldado enemigo. Y tan pronto como me doy cuenta de que esto es un sueño, recobro el sentido.

Era un sueño de ese otro mundo. Ha pasado algo de tiempo desde la última vez que ocurrió. Creo que es porque estuve repasando mis apuntes de las entrevistas anoche. Sazh me describió con gran emoción (e incluso imitó) cómo Lightning se coló en el tren de la Purga y se encargó de todos los soldados.

Al final todavía no he publicado los resultados de esas entrevistas.

El vínculo entre Lightning, Sazh, Hope y los demás, el lazo que los une… es una historia de cómo los humanos se unieron para enfrentarse al Altísimo, y sé que si la comparto con todo el mundo sería una fuente de coraje y esperanza para la gente. Pero también sé que una vez lo hiciera, todos los ojos se volverían hacia Lightning y sus amigos, lo quisieran o no. Me preocupa alterar sus tranquilas vidas, no cuando ya han dejado atrás tanta lucha. Así que en otras palabras, me costó mucho conseguir las entrevistas y descubrir la verdad, pero al final no me siento capaz de publicar mis descubrimientos. Soy un fracaso como reportera, lo sé.

No lo negaré. Últimamente me he alejado demasiado de lo que un reportero se supone que debe ser.

Mi antiguo yo, la persona que fui, creo que tal vez murió en ese campo de batalla.

Estaba cubriendo la guerra civil cuando por poco termino criando malvas, y después de permitirme el mínimo tratamiento médico y descanso, volví una vez más al campo de batalla. Los que había a mi alrededor trataron de detenerme, pero no les escuché. Me acerqué a las fuerzas opuestas, e hice lo que pude para conseguir todas las versiones de la historia sin prejuicios ni predilecciones. Me aseguré de mantener una posición neutral, para evitar cualquier declinación en mis informes, y para evitar presentar a nadie como “los malos”. Tuve mucho cuidado de cubrir todo ángulo posible.

Mis esfuerzos para mantenerme totalmente neutral dieron resultado, creo, porque de alguna manera me gané la confianza de las muchas fuerzas en liza. Empezaron a hablar francamente conmigo, y descubrí que muchos de ellos no querían luchar para nada. El único problema era que nunca encontraron una manera de sentarse a hablar con sus enemigos.

Ahí es donde entré yo. Adopté el rol de mediadora. Permanecí en el medio, junto a todas las fuerzas que participaron, y mientras llevaba a cabo mis deberes como reportera, también llevaba mensajes, organizaba negociaciones, me las arreglaba para que se mantuvieran en contacto. Sólo era el canal, pero también me estaba implicando hasta el cuello en las cosas de los principales contendientes en la guerra. Estoy bastante segura de que ya me he pasado por alto el código ético que todos los reporteros tratan de proteger, la necesidad de mantener la objetividad en todo momento. Peor aún, si las cosas no salen como se supone, podría verme muy bien envuelta en una acusación como cómplice de crímenes de guerra.

Soy consciente de todo eso, y no me preocupaba lo más mínimo. Quería ayudar a ponerle punto y final a la guerra civil. Así que aquí estoy, en medio de los preparativos de un encuentro muy importante. El plan es que todas las facciones envueltas se encuentren en otro país, lejos del campo de batalla, y que se sienten a hablar. No sé si va a funcionar. No puedo descartar la posibilidad de que haya asesinos que vayan a por mí, cortesía de quienes quieren sabotear las negociaciones.

Pero no importa si acabo muerta, porque lo único que implica es que volveré a encontrarme con Caius Ballad. Si muerdo el polvo mientras camino en la dirección que considero correcta, creo que podré plantarme frente al Dios de la Muerte con orgullo en mis ojos en esta ocasión.

No soy tan vanidosa como para creer que puedo cambiar el mundo yo sola. Pero creo que puedo ayudar a guiar el mundo en una dirección mejor. Ése es el coraje, la esperanza que encontré en la historia de ese otro mundo.

Cada vez que pienso en esa historia, mi corazón se ilumina un poco.

. . .

Estoy acabando de salir de mi ensoñación, y desearía poder haber dormido un poco más. De verdad quiero descansar en este viaje en tren: me quedé despierta trabajando anoche y hay un encuentro importante esperándome allá donde voy. Había sido una siesta agradable, pude relajarme en los cómodos asientos del tren y sentir el rítmico dueto de ruedas y raíl en mi interior. Era agradable, y deseaba que no terminara.

Cierro los ojos, y por un rato me dejo llevar por el zarandeo del tren. En algún momento, una intensa luz atraviesa mis párpados. Estoy envuelta en la luz del sol que se filtra por la ventana; abro a regañadientes los ojos y miro fuera. El cielo es azul y los verdes campos se extienden ante mí bajo la brillante y limpia luz solar. Llegaré a mi destino en algún momento de la tarde, así que aún falta mucho. No me hará daño dormir un poco más.

El tren empieza a perder velocidad poco a poco. Debemos estar acercándonos a la siguiente estación. Oigo pasos que se acercan por detrás y pasan de largo. Debe de ser un pasajero que se baja aquí. A través de los divisores de mi asiento, atisbo un relámpago de la espalda de una chaqueta ligera. Una mujer con el cabello del color de las rosas.

Estoy completamente despierta el momento siguiente.

Me golpea como un rayo. Me levanto del asiento como si me hubiera quemado, y susurro, atónita:

-Lightning…

Ella se detiene.

Se gira hacia mí, con una mirada afilada en su rostro. No la culpo; yo también me pondría en guardia si un desconocido me llamara por mi nombre sin previo aviso. Pero bajo esa expresión tan dura creo ver también un rastro de Serah Farron.

Es Lightning, no hay duda. Su nombre fue mencionado en cada una de las entrevistas que realicé. Es irónico. Quería tanto conocerla, pero no había manera de dar con ella. Y aquí estoy, cara a cara con ella, por pura casualidad.

Ella no dice nada. Empiezo a hablar.

-Siempre he querido conocerte. Conocí a todos, pero eras la única a la que no podía llegar.

Ella parece saber de lo que hablo.

-… Ya veo, así que eres tú.

La dureza de su mirada se desvanece.

-La reportera que ha estado persiguiendo a todos, y quería conocerme. Sí, he oído hablar de ti.

-Por favor, me encantaría poder entrevistarte.

Un ensordecedor chirrido de los raíles ahoga mi voz. El tren está perdiendo velocidad rápidamente. Estamos llegando a la siguiente parada.

Ella echa un vistazo a la ventana, y sacude la cabeza.

-Lo siento, pero no tengo tiempo para charlar. Ésta es mi parada.

-Entonces iré contigo, yo…

Me bajaré aquí también, estoy a punto de decir, cuando me doy cuenta.

Tengo una suerte tremenda, dando con Lightning aquí después de tanto callejón sin salida siguiéndole la pista. Probablemente no vuelva a pasar, así que no puedo dejar que este encuentro se me escape de las manos.

Pero ahora mismo, yo…

Tengo que apartar la mirada, decepcionada. Con un suspiro, me obligo a decir:

-… Lo entiendo. Qué mala suerte, pero supongo que no siempre puedo salirme con la mía.

-¿Estás segura?

Parece más sorprendida de lo que yo lo estoy. No creo que esperara que me rindiera tan pronto.

Vale, sí, estoy decepcionada, claro que sí.

Pero ésta no es mi parada.

Tengo una misión. Hay alguien con quien debo encontrarme en mi destino, y aún falta para eso. Tengo que encontrarme con esta persona para hallar una forma de detener la guerra. Es mi deber. No hay garantía de que mis acciones, insignificantes como son, acaben con la guerra, pero he decidido que lo voy a intentar.

Encontraré el camino que lleve al final de la guerra, y lo seguiré tan rápido como pueda. Ésa es la misión que me he asignado a mí misma. La gente que desea la paz me espera al final de este camino. No puedo bajarme antes de mi parada.

Alzo la cabeza y miro a Lightning.

-Hay cosas que debo hacer. La entrevista queda en pendientes, si estás de acuerdo.

-No estoy tan segura de eso.

Sus palabras son un poco desalentadoras, pero su voz es amable. Al menos no me ha dicho que no rotundamente.

-Hay algo que quiero que sepas. Siempre he querido decirte esto, si algún día te conocía.

Estamos casi en la estación, y el tren está a punto de pararse. No hay tiempo. El sonido de los chirriantes frenos me dice que tengo que darme prisa, y mis palabras surgen apresuradamente:

-Yo… No, todos nosotros, la humanidad, estamos bien. Sin duda vamos a estar bien. Hay veces en las que cometemos un error tras otro, cuando nos hacemos daño los unos a los otros. Pero aun así, este mundo… este mundo que tú y tus amigos ganasteis en vuestra victoria contra el Altísimo… está construido por nosotros, somos lo que sustentamos este mundo, somos sus cimientos. Así que trataremos de sacar este mundo adelante, con la poca fuerza que tengamos, por nosotros mismos. Quizá seamos pequeños e insignificantes solos, pero juntos haremos de este mundo un lugar mejor.

-… Entiendo. Lo dejo en vuestras manos.

Asiente, y se da la vuelta. Es un adiós.

Miro por la ventana cómo Lightning salta a la plataforma y se aleja. El tren empieza a moverse, e inmediatamente la pierdo de vista. Extrañamente, me descubro no lamentándome nada. Su expresión cuando nos separamos está grabada en mi memoria, y aún puedo verla.

Era una cálida, dulce sonrisa. Y la verdad, me cogió por sorpresa. Siempre imaginé que Lightning era estricta y exigente, y que nunca bajaba la guardia. Nunca pensé que la vería sonreír así.

Y se me ocurre que su lucha acabó en ese otro mundo.

Lightning envió al Dios de la Luz a su tumba, y al hacerlo se liberó a sí misma de tantas batallas. Y no es la única que obtuvo la libertad. El Altísimo, el manipulador de la humanidad, fue derrotado, y todas las almas humanas escaparon de su yugo para renacer en el nuevo mundo.

Eso la incluye a ella. Ella también ha renacido.

Ya no tiene que luchar más. Igual ni siquiera se hace llamar “Lightning” ahora. Una vida tranquila, su corazón abierto a sus amigos y familia, gente que significa un mundo para ella, compartiendo alegres sonrisas… Seguro que ésa es su vida ahora.

Tengo la impresión de que volveré a verla, en algún lugar, algún día. Nunca he podido dar con ella, y ni siquiera ahora, después de encontrármela accidentalmente, dispongo de su dirección; aun así, estoy completamente segura de que ésta no será la última vez que nos veamos. Sabe quién soy. Seguro que ha oído hablar de mí a alguno de sus amigos. El vínculo entre ellos es tan fuerte como siempre, incluso después de su renacer en este mundo. Si visito a sus amigos otra vez, seguro que la encontraré en algún lugar. Aún son amigos, después de todo, y siempre serán parte unos de otros.

Se me ocurre preguntarme por qué se bajó en aquella estación. ¿Acaso va a encontrarse con alguien? ¿Quizá alguno de sus amigos está esperándola? ¿O va a reunirse con alguien especial para ella a quien no conozco? No importa qué respuesta es la correcta. Ahora ella es libre. Puede ir donde quiera y encontrarse con quien quiera. Lo que ella desea sin duda se hará realidad. Quiero eso para ella, desde lo más profundo de mi corazón.



“La voluntad de la humanidad determina el destino de este mundo sin el Altísimo.” Si esto es así, quiero creer que si lo deseo de verdad, un futuro aún más radiante la está esperando. Que esta mujer, que una vez fue una brillante luz en ese otro mundo, encuentre la esperanza. Éste fue mi deseo, y fue como una plegaria, una promesa.


Final Fantasy XIII: Reminiscence -tracer of memories- CAPÍTULO IX – SIN ALIENTO

Cuando el viento cesa, un desagradable olor asalta mis fosas nasales. Es el olor de algo ardiendo…


El olor de la cocina o de una hoguera debería ser bueno, agradable, pero este olor en el aire sólo me pone enferma. Es el olor que consigues cuando cosas que deberías quemar y otras que no arden juntas, y es un ataque a la base misma de mi nariz. Y también está el olor del polvo y el sudor incluido en el lote.

Intento ver qué es lo que arde, pero no veo ningún fuego a mi alrededor. Creo que el olor lo ha traído aquí el viento desde lejos, pero justo mientras lo estoy pensado me doy cuenta. Qué idiota soy. El olor viene de mí. El olor del humo se ha pegado a mi pelo y a mi ropa. Se me debe haber quedado cuando pasé la barricada de la esquina de la calle hace un momento. La milicia atrincherada en la barricada había estado quemando tiras de neumáticos y basura variada en cubas de acero. Una cambiante pantalla de humo.

Hace unos pocos meses, éste era un apacible y remoto pueblo. Ahora es un campo de batalla con todas las de la ley. Disparos, explosiones, aullidos de ira y gritos resuenan a través de estas viejas calles de ladrillo. Y no son exclusivos de este pueblo. Todas las provincias vecinas también se han convertido en un campo de batalla para la violencia.

Este país está actualmente dividido por una guerra civil. Empezó con una relativamente pacífica manifestación, pero hubo un violento levantamiento, se derramó sangre, y eso encolerizó al pueblo, convirtiéndolo en una masa agitadora. El gobierno trató de subyugar al pueblo por la fuerza, pero parte del ejército se puso de parte de los ciudadanos, y en contra del gobierno. Eventualmente se alzaron las banderas de la revolución, hubo un golpe de estado, y las riendas del poder cambiaron de mano; y ahora mismo, la nueva autoridad la está pagando con sus predecesores. Rencillas étnicas de hace largo tiempo, viejas hachas de guerra que deberían haberse enterrado fueron desenterradas, las chispas del conflicto volaban por todos lados, la gente moría en accidentales asaltos cuando se desató la guerra absoluta, las fuerzas armadas de otros países fueron desplegadas como quien no quiere la cosa y añadieron leña al fuego. Fue un efecto dominó que parecía haber sido ideado por el diablo en persona, y las cosas empeoraron progresivamente hasta que, con todo el mundo atrapado en estas arenas movedizas, desencadenó una guerra civil que no lleva a ninguna parte. Hay tantas fuerzas en juego aquí que cuesta diferenciar amigo de enemigo. Nadie sabe por dónde va a venir la siguiente bala.

De esta clase de campo de batalla estoy informando ahora. Y elegí venir aquí por voluntad propia.

Estoy mirando fija y directamente al rostro de la realidad, de la verdad tras este mundo.

Ha pasado medio año desde el fin de mi viaje.

No pude encontrarme con Lightning al final, pero descubrí toda la historia sobre el otro mundo gracias a Hope Estheim; él me contó todo en su segunda entrevista.

La historia del retorno de Lightning, sus trece días antes del fin del mundo, la liberación de las almas, la batalla contra el Altísimo y nuestro renacer en un nuevo mundo. Lightning y sus amigos lucharon por nosotros cuando ese otro mundo acabó, y gracias a ellos renacimos en éste.

Éste debería haber sido un nuevo mundo lleno de esperanza.

¿Pero qué es lo que realmente está pasando en este mundo?

Yo ya no lo sé. He visto demasiadas cosas terribles en los campos de batalla.

Lightning y sus amigos derrotaron a Bhunivelze, el Dios de la Luz. Acabaron con la era del reinado del Altísimo sobre la humanidad y nos regalaron un nuevo mundo donde podemos ser libres. Hicieron todo eso por nosotros, pero miradnos ahora. En un mundo sin el Altísimo, los humanos han terminado por matarse unos a otros. ¿Por qué luchan? ¿Qué consiguen con eso? ¿O es este deprimente mundo lo que realmente merecemos? Los humanos son estúpidos y se guían por la avaricia, y este mundo, este lío de odio y guerra… ¿es éste el mundo hecho a medida para la humanidad?

Oigo apresurados, entrecortados pasos que vienen hacia mí. El lastimero sonido de zapatos grandes es inevitable: las botas militares no son muy recomendables para quienes las lleve. Lo oigo quejarse entre dientes, de vez en cuando, sobre lo escasos que son los suministros, de lo casi imposible que es conseguir zapatos que vengan bien.

El joven que viene corriendo hacia mí con un rifle al hombro es miembro de la milicia, y está aquí para asegurar mi seguridad mientras hago mi trabajo como reportera. Me dijo que no ha recibido entrenamiento militar, que hasta hace poco sólo era un estudiante. Ni siquiera los estudiantes se libran, tienen que tomar las armas y luchar. Ésta es la realidad de la guerra civil.

-¡Mal asunto! ¡Aquí corremos peligro!

Los rasgos del joven se contorsionan por la ansiedad. Entiendo lo que quiere decir apenas un instante después. Un misil impacta en el edificio justo a nuestro lado.

El ensordecedor estruendo es seguido por una violenta erupción de humo, y pequeños escombros llueven sobre nosotros. El joven está acostumbrado, y corre ágilmente a refugiarse, pero todo lo que yo puedo hacer es quedarme quieta estúpidamente. Hemos tenido suerte. Si el misil hubiera caído un poco más cerca nos habría reventado la onda expansiva, o quizá nos hubieran aplastado escombros mucho más grandes.

Mi suerte se agota al momento siguiente.

El impacto de la explosión me golpea por todas partes. El segundo misil explota cerca, y mi consciencia se esfuma.

. . .

Vuelvo en mí, y me detengo.

No sé cómo, pero he estado de pie, caminando. Y no estoy sola. Soy parte de un grupo de unas docenas de persona, todos avanzando penosamente en la misma dirección, hacia algún lugar.

Sé que me golpeó un misil y que me desvanecí después de eso, pero no puedo recordar por qué estoy caminando con estas personas. ¿Acaso desperté y salí huyendo en medio del delirio y de alguna forma me uní a esta procesión? Quizá, en mi desesperación, perdí la memoria, no lo sé. Debe de ser el shock por el impacto, pero me siento ligera y mareada. El zumbido en mis oídos es tan fuerte que tendré suerte si es que escucho algo.

Me quedo quieta, y el grupo sigue adelante, dejándome atrás. Algunos parecen soldados, pero la mayoría son civiles. Deben de ser una banda de refugiados. Trato de buscar al joven que me guiaba, pero no lo veo.

Todos parecen exhaustos. Caminan inestables, con los hombros hundidos.

-¿Estáis bien? ¿Adónde vais?

Intento hablar con ellos, pero nadie responde. Ninguno reacciona, ni siquiera suspiran. O quizá alguien ha dicho algo, sólo que no puedo oírles con el zumbido de mis oídos.

Me rindo y decido seguirles. Estamos rodeados por una pálida oscuridad, y parece como si la noche se cerniera sobre nosotros. Sé que perdí el conocimiento poco después del mediodía, así que he debido de pasar horas inconsciente. Y no es solamente el paso del tiempo lo que se me ha escapado; de alguna forma u otra, he cubierto alguna distancia. Había estado en el pueblo en medio de mi investigación reportera, pero aquí no hay un solo edificio a la vista, no aquí en medio de la llanura desolada. Miro arriba y sólo veo un cielo oscuro y nuboso. No creo que el sol se haya puesto, no todavía, pero no lo veo por ninguna parte. Profundas y oscuras sombras se arremolinan en el suelo, y no veo por qué.

Algo extraño pasa aquí.

Eventualmente el camino se convierte en una larga y ardua cuesta arriba. A mí me deja agotada, pero nadie más se detiene para recuperar el aliento. El sonido de mi entrecortada respiración se mezcla con los pasos de estos silenciosos caminantes.

Llego a lo alto de la cuesta y me hallo en la cima de una pequeña colina.

Se me escapa un grito ahogado.

Un oscuro océano se encuentra frente a mí. O quizá sea un lago, o un río gigantesco. Más allá de las sombrías aguas que fluyen como la misma oscuridad, las sombras penden cual velo, y no puedo ver ningún horizonte ni la orilla opuesta. Pero una cosa es segura. Lago o río, no debería estar aquí. Mi trabajo como reportera me ha traído a una región interior. No hay grandes lagos, ni ríos, ni nada.

¿Qué océano es éste?

Estoy completamente perdida, pero nadie me presta atención: la procesión me adelanta y sigue colina abajo hacia la orilla. Los que guían el paso ya han alcanzado el borde, y se adentran en las oscuras aguas. ¿Qué intentan hacer?

Entonces es cuando vislumbro un hombre en particular, de pie en la orilla, observando nuestro avance. Es musculoso y parece una fortaleza en sí, y exuda un aura de severidad. Su cabello violeta se mece suavemente en el aire, un viento que carece del aroma salado del mar.

Me quedo quieta, paralizada en el sitio, y lo miro fijamente. Mi presencia no le pasa desapercibida a él tampoco, y nuestros ojos se encuentran. Nunca creí que algún día lo conocería, pero…

-Ya deberías saber quién soy.

Su voz me llega como si fuera el retumbar de la tierra bajo mis pies, de algún lugar muy profundo.

-Los conociste y descubriste la verdad sobre el otro mundo.

Sus palabras activan mi memoria, y creo que sé de lo que habla. Debe de referirse a Hope Estheim y sus amigos.

-¿Cómo sabes que los conocí…?

-Tu corazón es demasiado transparente para mí. Deben de habértelo contado. Soy ese despreciable enemigo que manipuló el Caos e invocó la destrucción. Mi nombre ya está grabado a fuego en tu memoria.

Se gira hacia mí, su mano derecha extendida, y aferra el aire en un puño. Debe de ser alguna clase de hechicería: siento tensión en mi pecho, como si mi corazón estuviera atrapado en una mano invisible. Mi corazón comienza a latir desesperado y tengo que hacer esfuerzos para respirar. Y un único nombre se abre paso en mi consciencia, involuntariamente arrastrado desde las profundidades de mi mente.

-¡Caius Ballad! …

El hombre que deseó el fin del mundo, el hombre que causó la distorsión de la diacronía, el hombre que desató la destructiva fuerza conocida como el Caos. Al final de la lucha que duró 13 días, ese otro mundo fue destruido, y las almas de la humanidad renacieron en este mundo, con Lightning y los demás mostrándoles el camino.

Pero Caius rechazó el renacer. Permaneció en el plano entre la vida y la muerte, y se convirtió en el guía de las almas de los difuntos.

… Las almas de los difuntos.

Comprendo lo que pasa y me golpea como si me cayera encima una pared de ladrillos, y me giro hacia la procesión de gente de la que había formado parte. Se dirigen al mar, y no muestran signo de detenerse aunque el agua les llegue a los tobillos, donde las olas rompen una y otra vez en la orilla. Marchan sin parar a las profundidades, sin dudar, y uno a uno desaparecen bajo las olas, hundiéndose en el oscuro más allá. Una ágil y silenciosa procesión. Sin pronunciar palabra, son tragados por las aguas sin dejar rastro, ni una sola burbuja. ¿Cómo no me he dado cuenta? Ni uno de ellos tuvo que recobrar el aliento, ni uno suspiró una vez, en el largo camino hasta aquí.

Esta gente ya ha exhalado su último aliento, así que ¿qué pinto yo aquí? ¿No soy acaso parte también de la procesión?

No quiero admitirlo, pero me doy cuenta igualmente. La impresión es demasiado fuerte para soportarla, y me tiemblan las rodillas. Incapaz de mantenerme de pie, caigo de bruces.

Estoy muerta. El misil me dio.

La incertidumbre y la confusión se abren paso en la superficie de mi mente como olas, dejándola en absoluto blanco. Estoy muerta, estoy muerta, estoy muerta…

Antes de que me dé cuenta, todos se han ido. Los difuntos han sido engullidos todos por el mar de oscuridad, y soy la única que queda, de rodillas frente al Dios de la Muerte.

-Los muertos ya han desaparecido en la oscuridad. Casi ha llegado la hora de que te vayas.

Me siento aplastada por el peso de las solemnes palabras de Caius. Ve y húndete en el mar negro, ¿es lo que me está diciendo? ¿Qué será de mí después de eso? ¿Vagaré las profundidades de las sombrías aguas, como una de los difuntos? ¿Será mi fin?

Odio esto. Yo no quería que mi vida acabase así.

-… Espera.

No me queda nada salvo la muerte. Si esto significa punto y final, hay cosas que quiero saber antes de que mi vida se desvanezca.

-¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué renací en este mundo? ¿Cuál era el propósito?

Caius no responde; de hecho, ni siquiera reacciona. Vale, pues no me importa. Sigo desahogándome.

-El Redentor derrotó al Altísimo en los últimos trece días, y conseguimos un nuevo mundo. Todos los que vivíamos en ese otro mundo, nuestras almas fueron guiadas a éste. Debería haber sido un nuevo mundo lleno de esperanza.

-¿Estás diciendo que no lo es?

-He visto el verdadero rostro de este mundo en los campos de batalla. Nos odiamos los unos a los otros, nos matamos los unos a los otros.

-Tan sólo has descrito a un ser humano. El conflicto se halla en el mismo núcleo de la humanidad. Una vez los dioses que llevaban las riendas de los humanos desaparecieron, era natural que éstos lucharan entre ellos por el control.

-Si lo que dices es cierto, un mundo bajo el control del Altísimo sería más pacífico. ¿Acaso fue un error, derrotarle?

No. No, no. ¿Qué estoy diciendo? He conocido a Hope y a los demás, sé que ellos salvaron a la humanidad, eso lo sé. Debería estarles agradecida, por traer nuestras almas a este mundo. Entonces, ¿por qué…?

-¿Dices que renuncias a todo lo que han hecho? ¿Que no deberían haber acabado con Bhunivelze, el Dios de la Luz?

-No, no me refería a eso. Es sólo que… es sólo que no lo entiendo. Sus intenciones eran nobles y buenas. Pero este mundo es feo y triste. No puedo comprenderlo.

-Eres tan humana como lo son ellos.

Hay un matiz de desdén en su voz, una nota de burla.

-Así que no te gusta el mundo que te dieron, y le diste la espalda. Si tanto te ofende vivir en este mundo, te sugiero arrojarte al mar de la muerte.

Me siento en el suelo, quieta, mientras él señala el mar negro, donde los difuntos son engullidos por completo.

-Las almas de los humanos que se disuelven en el Caos algún día renacerán, y se les concederá una nueva oportunidad en vida. Si lo deseas, no obstante, también se te permite el descanso eterno. ¿Eliges dormir en el vientre de la oscuridad para nunca despertar? Tus ojos, cerrados por siempre, no habrán de contemplar este deleznable mundo nunca más.

-¿Me estás diciendo que si elijo dormir, tú, el Dios de la Muerte, me concederás el deseo…?

-No, tú concedes tus propios deseos. Si es el sueño lo que deseas, dormirás hasta el fin de los tiempos, eso es todo. Sabes la verdad, pero no ves la verdadera esencia de las cosas. El Altísimo no existe en este mundo. Éste no es un mundo en el que los humanos son marionetas manipuladas por él. Los humanos, y sólo ellos, eligen la condición de su mundo. El mundo se construye únicamente en base a la voluntad de la humanidad.

-La voluntad de la humanidad…

-Sí. El mundo que has rechazado no es en absoluto el resultado de los planes de un dios retorcido, sino de la voluntad humana. Y tú misma eres una de esos humanos que crearon este mundo.

Las palabras del Dios de la Muerte resuenan en mis oídos como un trueno, y me siento como si me hubieran pegado un puñetazo en la boca del estómago. Los recuerdos surgen de las cenizas en mi mente, recuerdos de las sonrisas de quienes lucharon en ese otro mundo hasta el final.

¿Por qué lo olvidé? ¿Cómo no me di cuenta? Los he conocido. Debería haberlo entendido.

He tomado la decisión.

Me levanto y doy un paso adelante.

Allá voy. Hora de internarme en el mar oscuro.

-Veo que has decidido abandonar este feo mundo para siempre.

-Te equivocas.

Miro al mar durante un largo momento.

-Voy a entrar ahí para poder regresar. Puedo decidir adónde voy, es lo que has dicho. Puede que esté muerta ahora, pero si decido vivir otra vez, puedo renacer como una persona diferente.

-Y una vez más, el estado del mundo te hará caer en la desesperación.

-Si el mundo es feo, yo lo cambiaré.

Eso es lo que ellos me enseñaron.

Individualmente, quizá seamos insignificantes, pero juntos tenemos el poder de cambiar el mundo.

Lo que yo tenga puede que sea pequeño y frágil, pero estoy lejos de estar desvalida. Puedo cambiar el mundo, poco a poco, a mi manera. Creía en ello, y por eso me fui a los campos de batalla. Quería enseñarle al mundo entero la verdad, atraer la atención sobre la despiadada realidad en la que vivimos. Quería hacer crecer la cantidad de voces que clamaran por el fin de la guerra. Quería ayudar a guiar el mundo a un futuro mejor.

Pero fui derrotada por las cosas crueles y terribles que vi, aplastada bajo el peso de la realidad y traída de rodillas, y di por perdido el futuro, perdí la fe en el mundo.

-Gracias. Me alegro de haber podido hablar contigo al final. Gracias a ti, veo dónde me equivoqué.

Recobro la compostura.

Ya no tengo nada que temer. No tengo dudas tampoco. Cuando vuelva a nacer, no perderé la fe. Mantendré la vista en el futuro, avanzaré hacia él paso a paso, sin abandonar la esperanza de cambiar el mundo. Me prometo a mí misma esto mientras alcanzo la orilla y comienzo a adentrarme en las oscuras aguas.

-¿Realmente deseas la muerte?

Un débil susurro murmura en mi oído. No una sola voz, sino muchas.

-Tu vida aún no se ha apagado.

Es la fantasmal voz de una chica joven. Estoy rodeada por capas y capas de esta voz, flotando hacia mí tanto cerca como lejos.

-Puedes ir allá donde quieras.

-Es tu voluntad lo que te muestra el camino.

Conozco estas voces, a estas jóvenes.

Y esto es lo que Caius Ballad, Valedor de estas jóvenes, me dijo:

-Vive o muere. Es tu decisión.

-Espera, yo ya estoy muerta, ¿no? …

-Los muertos desaparecen en silencio. No hay difunto tan charlatán como tú.

-En tal caso, aún estoy…

-¿Qué camino elegirás? La decisión es tuya.

Deseé vivir.

El Dios de la Muerte sonrió, y era una amable sonrisa.

Las voces de las muchas Yuuls susurraron en mi oído:

-Dime a mí misma… que sea feliz junto a Noel.

Siento mi corazón latir de nuevo. Mi cuerpo es ligero, y el suelo se aleja de mis pies. El cielo oscuro me absorbe, y me siento a mí misma ascendiendo en la oscuridad.

Alguien me guía. No veo quién es, pero siento la presencia de una blancura suave y peludita. Lo que quiera que sea, lleva una luz de color rosado, como una linterna que me muestra el camino, una luz de neón en la oscuridad.

Vuelo, y es como si estuviera siendo guiada por la mano de esta cálida presencia. Eventualmente, una pequeña mota de luz aparece frente a mí. Como el amanecer del verano, la luz y el calor comienzan a crecer y a intensificarse, incluso mientras lo contemplo… Oh. Ha de ser la luz del día.

Hay tanta luz que no puedo mantener los ojos abiertos. Esta presencia blanca que me ha traído empieza a alejarse. Estoy asustada y me siento sola, pero una voz infantil me habla tranquilizadora:

-No pasa nada. Ya puedes irte a casa, kupó.



Abro los ojos.


viernes, 3 de julio de 2015

Final Fantasy XIII: Reminiscence -tracer of memories- CAPÍTULO VII – HOPE ESTHEIM –CRÓNICA DE UNA ERA CAÓTICA

Aoede recuerda lo que Hope le dijo al final de su entrevista con él…

“Cuando hables con todos mis amigos y averigües la verdad sobre ese mundo, por favor, ven a hablar conmigo otra vez. Entonces te contaré todo lo que sé.”

Aquél fue el comienzo del viaje de Aoede: en su búsqueda de los recuerdos de un mundo que ya no existe, conoció a sus amigos, y a raíz de ello recuperó sus recuerdos medio olvidados.

-Mi nombre era Aoede en aquel otro mundo. Tú y yo fuimos parte de la misma era, ya que yo también terminé envuelta en la Purga.

Aoede comienza su presentación de esta forma, y Hope Estheim sonríe tranquilamente como respuesta.

Antes de comenzar su segunda entrevista, Aoede le resume todo lo que ha averiguado gracias a las entrevistas que ha hecho: la Purga, la batalla por el Nido, el viaje de Serah y Noel para corregir la diacronía, y así. Aoede hace esto para probarle que en efecto ha descubierto la verdad tras el otro mundo, tal y como Hope le pidió que hiciera. Concluye la historia en su totalidad, y Hope asiente, sumido en sus pensamientos.

-Estoy impresionado por tu investigación. Hay incluso unas cuantas cosas que yo no sabía. Así que realmente te has encontrado con todos.

Aoede se pregunta si esto significa que ha aprobado su examen, pero al mismo tiempo no se cree merecedora del cumplido.

-No todos. Al final, no pude encontrar a la persona más importante de todas.

-Ya veo, así que no encontraste a Light…

Hay un matiz de decepción en su voz; Aoede se pregunta si la decepción de Hope se debe a ella, por no tener lo necesario para dar con su paradero… o si él tampoco sabe dónde está Lightning, y había esperado que Aoede fuese capaz de encontrarla. No tiene tiempo para adivinar la respuesta, de todas formas.

-Permíteme honrar la promesa que hice. Has averiguado la verdad tras el otro mundo. Te contaré todo lo que sé.

Hope saca una gruesa carpeta y la deja sobre la mesa. No hay nada en la portada salvo el título, que es corto y conciso:



-Éstas son mis memorias.

El Consejo del Renacer


Aoede y Hope comienzan hablando del albor de la Era Caótica.

-Doy por sentado que ya sabes lo que sucedió después de que Serah y Noel derrotaran a Caius Ballad.

-El mundo fue inundado por una erupción de Caos debido a las maquinaciones de Caius, y Serah perdió la vida. Eso fue el comienzo de la edad del desastre. Con el tiempo el otro mundo empezó a hundirse en el Mar del Caos y para la humanidad el ciclo de la vida y la muerte también quedó destruido. Eso es más o menos lo que todos me han contado.

-Así es, la humanidad perdió la capacidad de envejecer, y ya no era posible morir de viejos. Pero a cambio, no nacían niños. Este fenómeno tan inusual se confirmó justo después de que el Caos nos invadiera.

-Entonces no os llevó años descubrir esto.

-No, tan pronto como terminó la lucha, reuní a todos y cada uno de los científicos de la Academia y les ordené investigar. En ese momento, todos los ciudadanos habían sido evacuados y vivían en el interior del Nuevo Nido, pero aunque todos estaban a salvo por el momento, era necesario idear un plan a largo plazo. Por eso nos apresuramos a analizar lo que estaba ocurriendo con el mundo, y qué clase de efectos causaría la incesante entrada de Caos en éste y en el cuerpo humano. No podíamos dejar que el público supiera de nuestros descubrimientos sin saber con certeza qué clase de realidad teníamos delante.

-¿Cómo reaccionaron los ciudadanos? Supongo que algunos se alegrarían de librarse de los efectos del envejecimiento, pero oí que aunque nadie envejecía, aún era posible morir por enfermedad, o por accidente. Y sin niños que nacieran, la población sólo puede descender. Al cabo del tiempo, la humanidad, sin lugar a dudas…

-Se enfrentaría a la extinción. Una conclusión obvia, no es precisamente ciencia de alto nivel.

-Sin duda mucha gente se vio sobrepasada cuando supieron la verdad, ¿no es así?

-Sí, éramos conscientes de que tan pronto como anunciáramos esto, la gente dejaría de preocuparse por todo, la tasa de criminalidad y el número de suicidios se dispararían, surgirían altercados por doquier… Predijimos que sería desastroso publicar nuestros descubrimientos. Así que tomamos medidas preventivas, y asegurar que no sucedería aquello.

-… ¿Quieres decir que ocultasteis el hecho de que nadie estaba envejeciendo?

-No, claro que no. Aun si escondiéramos la verdad, sería obvio para todos que nadie envejecía después de unos cuantos años. Le dijimos al público la toda la verdad, no nos guardamos nada. Pero la adornamos con esperanza, y esa esperanza era el Consejo del Renacer.

-Ésa es la organización que surgió de la Academia, ¿verdad? Tú eras el líder, y Snow y Noel también formaban parte. Por lo que entiendo, sirvió para proteger a los ciudadanos de la amenaza del Caos, y era el organismo que funcionaba de forma muy similar al gobierno. Pero ¿qué quieres decir con eso de que era esperanza?

-La misión del Consejo del Renacer era, sobre todo, salvar a la humanidad de la desesperación. Cuando dimos a conocer que la humanidad ya no envejecía, también anunciamos la creación del Consejo. Di un discurso, traté de alcanzar el buen juicio de la gente. “Si no nacen más niños, la humanidad eventualmente morirá. Por tanto os pido vuestra cooperación, para que podamos superar estos tiempos difíciles juntos. Mientras nos enfrentamos al Caos que nos invade, la ciencia nos revelará su verdadera naturaleza, y encontraremos la forma de dar la bienvenida a los neonatos a este mundo de nuevo. Llegará un día en el que nacerá una nueva vida. Con este fin, el Consejo del Renacer hará todo lo que pueda”, eso fue más o menos lo que decía. Afortunadamente, los ciudadanos no se lo tomaron muy mal. El hecho de que ninguno de nosotros podía envejecer ya era un hecho evidente, pero no vimos apenas efectos adversos en la sociedad.

-Bueno, hiciste honor a tu nombre, le diste esperanza a la gente.

Aoede tan sólo está bromeando, pero la reacción de Hope la sorprende: sus labios se tuercen en una sonrisa autodespectiva.

-O podrías decir que los distraje, les hice apartar la vista de la desesperación. En realidad, nuestra investigación sobre el Caos y nuestros cuerpos inmutables era entonces rudimentaria por decir algo, y no teníamos la menor idea de cómo íbamos a encontrar la solución. Yo no veía esperanza por ningún lado, pero fingí que estaba ahí y a la vista. Les di una tirita para sus heridas.

-Todos tenían miedo al Caos, y tú tuviste que escudarlos de la desesperación. No creo que tuvieras otra salida…

-Tienes razón, y eso fue lo que me dije a mí mismo. Tras crear el Consejo, ya no era un científico con el propósito de encontrar la verdad. En su lugar, me hallé a mí mismo actuando más y más como un político, realizando compromisos y aceptándolos. Y por aquel entonces, el fal’Cie apareció de repente.

Falsa esperanza


Aoede y Hope rápidamente repasan lo que saben del fal’Cie: en ese momento, todos vivían en el Nuevo Nido, pero eventualmente hasta el Nido empezó a mostrar signos de erosión por los efectos del Caos. Si seguía así, el Nuevo Nido terminaría por dejar de funcionar, y la humanidad perdería el único lugar seguro donde vivir. Y justo cuando la gente empezaba a inquietarse, el fal’Cie Pandemónium apareció, sin previo aviso. Trabajó las tierras, las hizo habitables, construyó ciudades y produjo comida y recursos.

-En otras palabras, iba a criarnos como a una nidada de polluelos, a darnos las comodidades de un nido y un suministro constante de alimento. Era un canto de sirena a la gente encerrada en el Nuevo Nido: “el fal’Cie os acogerá generosamente y os sustentará, así que salid, salid del Nuevo Nido.” Era un cebo, y más bien obvio.

-Sabías que estaba intentando atraeros, pero al final la humanidad se trasladó a la superficie. Eso es lo que Snow me contó.

-Así es, fui yo quien tomó la decisión. El Nuevo Nido empezaba a deteriorarse por los efectos del Caos, y ya no era posible acoger a toda la gente que albergaba. Teníamos que sacarlos por necesidad, aun sabiendo que existía el riesgo de que el fal’Cie los devorara a todos.

-Tuvo que haber un montón de polémica cuando les dijiste a los ciudadanos que debían abandonar la seguridad del Nuevo Nido y descender a la superficie infestada de Caos.

-Sí, los debates y persuasiones nos llevaron varios años. Al final, hice una declaración: “no tenemos futuro si la humanidad sigue escondida en el Nuevo Nido. Debemos cultivar la tierra y enfrentarnos al Caos. Usaremos todo lo que tengamos a mano, sea de origen fal’Cie o no. No haremos distinciones, no elegiremos quién irá o quién se quedará. Todos los ciudadanos iremos, hombres y mujeres por igual, y para probarlo yo seré el primero que descenderá a la superficie”, eso fue más o menos lo que dije.

-Y la gente aceptó porque tú les mostraste que estabas dispuesto a ir primero.

-… Yo mismo pensé que no era más que una completa farsa. Las palabras que salían de mi boca sonaban nobles y virtuosas, pero en el fondo todo lo que hice no era más que teatro político para ganarme a la gente. Les vendí falsa esperanza… una vez más.

De nuevo, una sonrisa autodespectiva asoma brevemente a sus labios.

-Y con eso, toda la humanidad descendió a la superficie, y el Nuevo Nido quedó desierto… oficialmente, al menos.

-¿Oficialmente?

-Un equipo de científicos, un número muy reducido de ellos, se quedó en el Nuevo Nido. Quería que usaran a pleno rendimiento la energía y las instalaciones que poseía, y encontrar el modo de luchar contra el Caos. Su existencia era información altamente clasificada. Temíamos que el fal’Cie tratara de hacernos algo si se corría la voz por algún motivo. Por eso los científicos mantuvieron al mínimo más absoluto el contacto con la sociedad, se encerraron en el Nuevo Nido y dieron todo lo que tenían por la investigación.

-¿Tú no formabas parte del equipo de investigación?

-Yo estaba ocupado manteniendo unido el Consejo del Renacer. En aquel entonces era totalmente un político, tanto por dentro como por fuera.

Entonces Hope relata cómo supervisó en secreto la investigación que se realizaba en el Nuevo Nido, mientras se aseguraba como líder del Consejo de que la sociedad humana seguía el rumbo correcto. Los ciudadanos usaban los suministros producidos por el fal’Cie Pandemónium pero tenían cuidado para no depender excesivamente de ellos, y se aseguraban así de que los humanos por sí mismos seguían siendo el pilar central de apoyo para la sociedad. Su diligencia se vio recompensada, y dos ciudades surgieron en la superficie: Luxerion y Yusnaan.

-Sé que el fal’Cie os ayudó, pero no puedo imaginar eso de irte a plena naturaleza y construir una nueva ciudad, con todo el Caos que os rodeaba. La humanidad debe de ser mucho más dura de lo que creía. Por cierto, ¿qué pasaba con los científicos en el Nuevo Nido?

-Lo hacían lo mejor que podían, pero era una misión plagada de obstáculos. Teníamos todo el tiempo del mundo porque ya no envejecíamos, pero incluso después de 100 años de investigación, no estábamos haciendo ningún progreso digno de mención.

-100 años sin nada que mereciera la pena… Mucha gente debió de pensar que era inútil y se rindieron…

-Pero aquellos que se quedaron eran conscientes de las dificultades a las que tenían que enfrentarse y estaban aún más comprometidos con su trabajo. Gracias a ellos pudimos seguir adelante con la investigación. Y finalmente hallamos algo. ¿Has oído hablar de la tecnología PMA?

-Déjame pensar… era común en los tiempos del Nido. Era el “Principio de Manipulación de la Antimateria”, y gracias a éste podías emular la magia, alterar las leyes de la gravedad, todo tipo de cosas.

-Así es, descubrimos que podíamos controlar el Caos con esta tecnología. Si todo funcionaba bien, el mundo no volvería a ser invadido por el Caos nunca más. Vimos que era posible detener la destrucción del mundo. Habían pasado más de 300 años tras el comienzo de la Era Caótica, y finalmente… finalmente pudimos vislumbrar esperanza real.

Aoede cree que sabe cómo Hope debió de haberse sentido entonces: había sido el líder de la gente, pero hasta aquel momento había estado mintiéndoles, en contra de sus deseos. No podía ver esperanza por ningún lado en el futuro que aguardaba a la humanidad, pero fingió que estaba ahí. Aoede se pregunta si este hombre que trató de evitar que los humanos cayeran en la desesperanza, que tuvo que mentir constantemente, tuvo que vivir con la culpabilidad azotando su conciencia durante 300 años, aunque él supiera que tenía toda la justificación del mundo. Si tal era el caso, cuando Hope vio que tal vez fuera posible prevenir el fin del mundo con la tecnología para controlar el Caos, cuando vio genuina y honesta esperanza, debió de haber sido como la salvación para él.

Pero Aoede ya conoce el final de la historia. Sabe a través de sus entrevistas que la investigación nunca se completó. La esperanza que Hope deseaba era una ilusión que nunca se hizo realidad.

El espectro de cabello rosado


-La tecnología para controlar el Caos ya estaba a mano, así que ¿por qué nunca se completó la investigación? ¿Qué pudo pasar? ¿Se canceló por tu secuestro, o como ellos dijeron, porque desapareciste misteriosamente?

-Eso sólo pasó mucho después. Los científicos en el Nuevo Nido fueron los primeros en desaparecer, y los eliminaron uno tras otro.

-¿Que fueron eliminados?… ¿Quieres decir que alguien los mató?

-No, literalmente desaparecieron. Ningún cuerpo, ni rastro de sus pertenencias, se desvanecieron así sin más. Lo único que dejaron atrás fueron unas pocas palabras: “la mujer de cabello rosado nos lleva consigo”. Éste era el mensaje que dejaron los científicos cuando empezaron a desaparecer, uno a uno.

“La mujer de cabello rosado”. La primera persona en la que Aoede piensa es Serah Farron, pero sabe que no puede ser ella porque Serah ya estaba muerta por aquel entonces.

Pero hay otra persona que comparte el color de cabello de Serah. Su hermana.

-No pudo haber sido Lightning quien secuestrara a los científicos… ¿verdad?

-Eso fue lo que yo sospeché, al principio. Me preguntaba si, después de llevar largo tiempo desaparecida, Light había regresado, y se los estaba llevando. Pero al mismo tiempo, no creía que la verdadera Light secuestrara jamás a nadie. En cualquier caso, empecé a investigar, traté de entender lo que estaba pasando… pero era demasiado tarde. Antes de darme cuenta, todos los científicos se habían esfumado. El Nuevo Nido se convirtió en un arca desierta, vacía de toda vida humana.

El equipo de científicos desapareció, y la investigación para controlar el Caos se detuvo en seco. Y fue entonces cuando cosas extrañas empezaron a sucederle a Hope, tanto física como mentalmente.

-La investigación en la cual había depositado mis esperanzas se tornaron en humo, y como es natural, caí en una profunda depresión. Esto debió crear una grieta, un punto flaco, en mi corazón, porque también empecé a ver al espectro.

-Una mujer de cabello rosado… ¿Era Lightning?

-No lo sé. Sólo aparecía como un destello por el rabillo de mis ojos. Siempre que intentaba descubrir su verdadera identidad, al momento siguiente ya no estaba. Cuando trataba de hablar con ella, desaparecía antes de que mi voz la alcanzara. Y entonces, cuando ya me había olvidado, volvía a aparecer. Así, una y otra vez. No había forma de pararlo, así que decidí ignorar la ilusión. Fingí que no me afectaba incluso cuando podía verla, y traté de apartarla de mi cabeza.

-Pero cuando tienes que recordarte a ti mismo que no debe importarte algo, lo normal es que te afecte incluso más. ¿No es así?

-Sí, exactamente. La estrategia se volvió contra mí. Cuanto más intentaba ignorarla, más enganchado estaba, y mis sentimientos se precipitaban lentamente al exterior. Con el tiempo, me encontré incapaz de pensar en algo que no fuese la ilusión… y Light. Quizá por eso empecé a revivir mi pasado en sueños, con creciente frecuencia, y una vez que eso ocurrió, la ilusión que veía comenzó a aparecer también en mis sueños, y había momentos en los que me hablaba como la Light que conocí hace tanto tiempo… Esto siguió así durante muchos años, y en algún momento perdí la capacidad de diferenciar los recuerdos de las ilusiones. Cuando intentaba recurrir a mis recuerdos de Light, resultaba cada vez más difícil diferenciar si eran algo que realmente había experimentado, o si era tan sólo un sueño, una alucinación.

-¿Quieres decir que tus recuerdos de Lightning estaban mezclados con el espectro de cabello rosado?

-No sólo eso, cada vez era más y más difícil para mí separar sueño y realidad. Oía la voz de Light en sueños, y entonces despertaba y descubría que su voz no abandonaba mis oídos, y cosas así… Hablando claro, mi mente se estaba desmoronando poco a poco.

Aoede encuentra esto difícil de creer, en especial cuando todos le han hablado tanto y con tan buenas palabras del intelecto y mente racional de Hope Estheim. Y aun así alguien fue capaz de llevarle más allá de sus límites, de hacerle perder de vista la frontera entre la realidad y la fantasía. ¿Quién podría haberlo hecho, quién podría haber quebrado la mente de Hope, la mente de alguien que hasta entonces había dirigido la humanidad, nunca rindiéndose ante la adversidad? Aoede sabe que sólo hay una respuesta.

-Bhunivelze, el Dios de la Luz, estaba detrás de ello…

-Así es como actuaba el Altísimo. Quizá sea un dios, pero no posee control directo sobre los corazones de los humanos. Sin embargo, era capaz de crear ilusiones. Se aseguraba de que todos quienes veían sus ilusiones se obsesionaran con ellas mientras trataban de averiguar qué podían significar. La víctima se torna incapaz de pensar en algo que no sea la ilusión, y termina por perder todo ápice de cordura. La mente, exhausta y sin ningún otro pensamiento al que recurrir, se aferra desesperadamente a las ilusiones del Altísimo.

-Te arrastra a la desesperación, te roba la razón, controla tu mente… Es un enemigo terrible.

-Caí en la trampa de Bhunivelze. Y cuando finalmente me di cuenta de lo que estaba sucediendo, ya no estaba en condición alguna de resistir. El espectro de cabello rosado que aparecía frente a mí, sabía que no era Light, que era una entidad peligrosa enviada para manipular mi mente, pero ya me había robado el corazón, y no había forma de desafiarla. Abandoné la ciudad una noche, guiado por el espectro que me llamaba, y me hallé a mí mismo atraído al Nuevo Nido, completamente desierto por aquel entonces. Y allí permanecí, confinado, y nadie volvió a verme nunca más.

-Así que eso es lo ocurrió realmente cuando desapareciste… ¿Por qué Bhunivelze fue a por ti? ¿Tanto le molestaba tu existencia?

-Quería utilizarme, tanto como su agente que se aseguraría de que el Redentor actuaba acorde a los planes del Altísimo, y también como su nuevo avatar.

-¿Fue entonces cuando descubriste que Lightning era el Redentor?

-Sí. Irónico, ¿verdad? Fui confinado por la falsa Light, y así fue como averigüé que la auténtica Light regresaría. Para entonces ya era prisionero, pero al menos quise enviar esperanza a mis amigos, que supieran que Light iba a regresar. Así que usé el sistema del Nuevo Nido para mandarle un mensaje a Snow: “Lightning volverá como Redentor, pero cuidado con la falsa Lightning…” Quería enviar un mensaje más detallado, pero en ese instante el sistema de comunicación se apagó. Y justo después perdí la consciencia.

Hope fue entonces torturado y remodelado por la mano del Altísimo: le llevó 169 años, 13 años repetidos 13 veces, convertirlo en un peón que actuara según sus designios. Debía asegurarse de que Lightning, el Redentor que despertaría antes del fin del mundo, se comportara según el plan del Altísimo. Mientras tanto, el Caos siguió corroyendo todo con creciente rapidez, y el mundo se precipitó de cabeza a la destrucción.

Y entonces, llegó el día vaticinado.

-Trece días antes del fin del mundo… ella despertó.



Aquél fue el regreso de Lightning.


miércoles, 1 de julio de 2015

Final Fantasy XIII: Reminiscence -tracer of memories- CAPÍTULO VII – OERBA YUN FANG Y OERBA DIA VANILLE

El viento seco arrastra una cortina de arena; más allá, Aoede atisba la sombra de una atalaya en la distancia, y sabe que se aproxima a las ruinas, su objetivo…


Acaba de pasar por la aldea, poco más que un grupo de ranchos de ganado entre el roquedal. La comunidad de la aldea es lo bastante pequeña para que todos se conozcan las caras, y gracias a esto Aoede rápidamente sabe dónde buscar a las dos mujeres: los aldeanos le dicen que se las suele ver por las ruinas, a cierta distancia de la aldea. Mientras Aoede se dirige hacia allí, cree entender por qué a ambas les gusta el lugar: las ruinas que se alzan sobre el desolado paisaje les recuerda a su hogar.

Aoede entra a las ruinas, y se halla a sí misma en un gran vestíbulo de piedra, donde los muros son gruesos y robustos, y el sonido de los fuertes vientos queda engañosamente lejano. Aunque las ruinas llevan abandonadas muchos años, Aoede se da cuenta de lo bien conservadas que están. El lugar está sorprendentemente limpio, y quizá hasta sea habitable con unos cuantos muebles. Aoede ha de recordarse a sí misma que las mujeres a las que busca en realidad no viven allí.

Coge aire, y llama en voz alta:

-¿Hay alguien aquí?

La voz de Aoede resuena en eco a través del vestíbulo vacío. Antes de que el último eco se desvanezca, otra voz habla tras ella.

-Deja de gritar, estás haciendo un montón de maldito ruido.

Coge por sorpresa a Aoede: hace sólo un momento juraría que no había nadie allí. Se gira y descubre a una mujer alta de piel morena y cabello negro, y sabe que es a una de las personas que busca.

-La gente de la aldea nos avisó de que una mujer nos andaba buscando. ¿Quién te ha hablado de este lugar, pequeña comadreja?

-Hum… Noel. Espera, para ser exactos, hablé con Snow antes que con él, y tenía un mensaje…

Sobrecogida por la hostilidad que emana de Fang, Aoede farfulla en busca de palabras, y la consiguiente explicación es demasiado críptica para ganar puntos a su favor.

-¿De qué diablos estás hablando?

Fang cada vez sospecha más de Aoede, y justo cuando esta última cree que está a punto de echarla…

-¡¿He oído bien?! Señorita, ¡¿ha conocido a Snow y a los demás?!

Una voz llena de inocencia interviene, y la tensión en el aire se rompe de inmediato; Aoede descubre que acaba de ser salvada por una chica pelirroja con coletas, asomada desde las sombras del vestíbulo. Aoede aprovecha la oportunidad para recobrar la compostura, y esta vez la presentación sale bien. Después de toda la práctica, se le da bien contar su historia, e incluso convence a Fang.

Fang y Vanille relatan su historia; eventualmente llegan al punto donde salvaron el Nido transformándose en cristal.

-Nos convertimos en cristal y caímos en un profundo sueño, pero podíamos ver a la gente seguir sus vidas en el Gran Paals. –cuenta Fang.

-Ahora que lo mencionas, Serah me dijo que durante sus viajes en el tiempo, ambas la salvasteis.

-Ah, sí, me acuerdo de eso –dice Vanille–. Pidió ayuda en el mundo de los sueños. Siempre he sentido que Serah y yo compartíamos un vínculo, de alguna manera. Quiero decir, cuando abrimos los ojos por primera vez en el Nido, la primera persona a la que conocimos fue Serah.

-Sí, fue culpa nuestra que Serah se convirtiera en lu’Cie. Queríamos salvarla, compensarla. Si pudiéramos haber luchado a su lado, quizá las cosas hubieran acabado de otra forma, y Serah no hubiera muerto. –dice Fang.

-Pero en ese momento erais el pilar que sostenía el Nido, y no podíais hacer nada… Después de eso, ¿cómo escapasteis cuando el mundo fue inundado por el Caos?

-Hope nos salvó –explica Vanille–. Justo antes de que el Nido se viniera abajo, nos sacaron del pilar y nos acogieron. Ya sabes, esa organización que fundó Hope… ¿cómo se llamaba?

-El Consejo del Renacer. Y después de eso seguisteis dormidas.

-Sí, dormimos durante 500 años. Despertamos 13 años antes del fin del mundo. Hubiera querido agradecerle a Hope que nos salvara, pero…

-En aquel entonces habían pasado 150 años desde que el Altísimo secuestrara a Hope –prosigue Fang–. El Consejo del Renacer llevaba años echado a perder, y la Orden de la Salvación era la que llevaba las riendas de todo. ¿Te imaginas lo desconcertante que fue eso? Despertamos al fin, ¿y qué nos encontramos? El mundo hecho pedazos, y la gente postrándose a los pies de un dios estrambótico. Pensé, ¿qué puñetas está pasando aquí?

-Pero tenía que pasar, tarde o temprano. Nosotras estábamos bien porque estábamos dormidas, pero todos los demás ya habían vivido unos 500 años en un mundo agonizante… –dice Vanille–. No puedes culparlos por querer depender de algo, estaban muy cansados en su interior. Y eso me hizo pensar. Si las enseñanzas de la Orden son una cuerda de salvamento para la gente, bueno, quizá debería ayudarles yo también.

-He oído que durante esos años, tú, Vanille, fuiste la Santa Doncella de la Orden de la Salvación. Supongo que, como santa, querías ayudar a toda la gente que pudieras cuando les ayudaste.

-… Sí, pero resultó que no estaba ayudándoles, ni por asomo. Estaba siendo utilizada.

-¿Utilizada?

-La Orden se aprovechó de los sentimientos de Vanille –interviene Fang–. La acogieron con los brazos abiertos en la Catedral, le contaron bonitas mentiras, cosas que ella quería oír. Es la clase de persona que se lo toma todo en serio, y se creyó todo lo que le dijeron y nunca sospechó nada. Se le metió en la cabeza que podía ayudar a todos mientras hiciera lo que la Orden quisiera.

-… Siempre ha sido uno de mis defectos. Ya sabes lo que pasa, no dejas de pensar que tienes que corregir tus debilidades, pero al final no puedes cambiar lo que eres. Mis sentimientos acabaron en un callejón sin salida, así que antes de saber lo que estaba haciendo, me había tragado el plan de la Orden… no, en realidad, era el plan del Altísimo.

-El Altísimo… Te refieres a Bhunivelze. Snow dijo que Bhunivelze era además el responsable de que despertarais de vuestro sueño de cristal. ¿Es eso cierto?

-Vete a saber –replica Fang–. Parece la explicación más plausible, pero también podría ser que Lumina fuera la responsable.

-Lumina… la chica que apareció cuando ambas despertasteis. La primera niña en aparecer en 500 años, en un mundo donde los niños ya no nacían… Visto así, no puedo dejar de pensar en ella como una especie de hija divina del Altísimo.

-Y una mierda divina, era una pequeña mocosa intrigante, como si fuera el Caos personificado. Pero por alguna razón se sentía muy unida a Vanille.

-Lumina pudo haber actuado como una bromista insoportable, pero en el fondo sólo era una chiquilla solitaria que reclamaba atención –dice Vanille–. Igual nos despertó porque quería que alguien le hiciera caso.

-Aun así, Lumina podría haber actuado siguiendo órdenes de Bhunivelze. De todas formas, cuando Lightning y yo estábamos buscando el Santo Carón, Lumina saboteó la búsqueda.

-¿Te fuiste al desierto nada más despertar?

-No, pasé unos años con Vanille bajo el cuidado de la Orden. Vivimos en Luxerion, donde estaba la Catedral. En cierto modo, fueron los días más tranquilos de nuestras vidas, después de todo lo que habíamos pasado. Nuestras vidas en Oerba, en el Gran Paals donde nacimos y crecimos, esos días fueron una dificultad tras otra, y cuando nos marcaron lu’Cie y nos encargaron destruir el Nido, bueno, una “vida difícil” ni se acerca. Así que ya ves por qué pensé que quedarnos en Luxerion en paz no era tan mala idea. Y había muchos hombres y mujeres decentes entre los seguidores de la Orden.

-Nos trataron muy bien. –dice Vanille.

-Eso lo hicieron, sí, pero aun si los del escalafón bajo eran buena gente del montón, la élite de la Orden era basura podrida y corrupta. Me di cuenta de que si las cosas seguían según sus planes, Vanille correría peligro, así que me marché de Luxerion. Quise llevarme a Vanille conmigo, pero podría haber usado una grúa y ni se habría movido.

-En ese momento creí que lo mejor era quedarme con la Orden. Puedo ser muy cabezota a veces, y por las cosas más raras, aunque en realidad soy una blandengue el resto del tiempo.

-¿Acaso has sido tú una blandengue alguna vez? Bueno, al final me marché de Luxerion sola, y me fui al desierto. Mi plan era buscar el Santo Carón por mí misma, pero entonces me topé con estos bandidos, una pandilla de saqueadores. Así que decidí unirme a ellos y peinar las ruinas juntos.

-Hace que suene a alianza, pero en realidad oí que los apaleó hasta que se sometieron. La banda de saqueadores de Monoculus trató de meterse con ella, así que les dio una buena paliza, y la nombraron su jefa.

-¿Eso fue lo que pareció? –Fang sonríe– Bueno, sí es cierto que tuvimos una pequeña “charla”, y lo siguiente que supe fue que los bandidos lloriqueaban a mis pies, suplicándome “¡por favor, sé nuestra jefa!” No vi razón alguna para rechazar la oferta, así que me convertí en la líder de Monoculus.

-Y entonces guiaste a los bandidos en su búsqueda del Santo Carón. ¿Cómo fueron las excavaciones?

-Fatal. Las ruinas estaban selladas, y no podíamos acercarnos a las zonas más importantes. Lightning fue la que nos abrió paso.

-Lightning regresó con nosotros unos cuatro o cinco años después de que Fang se marchara, creo. –interviene Vanille.

-Así es. Sin sus poderes de Redentor, nunca habríamos roto el sello del Santo Carón.

-¿Qué clase de poderes tenía el Santo Carón?

-El poder de convocar las almas de los difuntos, y purificarlas –responde Vanille–. Pensarás que, con una descripción como ésa, sería algo sagrado, pero la Orden tenía pensado un uso terrorífico para el Carón. Pero fui una idiota. No fui capaz de atisbar sus maquinaciones.

-Si la Orden… no, si Bhunivelze se hubiera salido con la suya, las almas de los muertos habrían sido destruidas para nunca renacer. Todos nos habríamos olvidado del “otro mundo”, me apuesto lo que sea. –dice Fang.

-… Pero tal y como están las cosas, mucha gente incluyéndome a mí misma recuerda ese “otro mundo” en el fondo de nuestros corazones. Eso significa que todos detuvisteis el plan de Bhunivelze. Mi alma debió de ser salvada, en ese momento, por todos vosotros.

-Yo no hice nada –replica Vanille–. Lo único que hice fue preocupar a Fang, y Lightning tuvo que venir a mostrarme el camino.

-Lightning nos salvó… –añade Fang– Nos salvó a todos.

En este punto, Aoede ya no puede contener su expectación; se olvida de que está allí para oír su historia, y en su lugar se anima pensando en su encuentro con Lightning.

-En ese caso, me encantaría encontrarme con Lightning y oír su historia. Mi entrevista con Hope me encaminó en este viaje, y he conocido a Sazh, Snow, a todos los que lucharon a vuestro lado, pero Lightning es la única persona a la que no puedo encontrar. Rememorando las entrevistas hasta la fecha, me parece que el Redentor es la persona en el corazón de todo lo ocurrido, quien salvó el “otro mundo”.

Fang y Vanille comparten una rápida mirada, y asienten levemente. Aoede las observa y se da cuenta de que para dos personas que han vivido juntas durante un período de tiempo tan inconmensurable, hasta la más breve de las miradas basta para que se entiendan.

-¿Y qué vas a hacer cuando encuentres a Lightning? –pregunta Fang.

Aoede siente la pregunta directa como un flechazo; azorada, es incapaz de mantener la voz firme cuando explica:

-Bueno, eh, por supuesto quisiera una entrevista… Y hay algo que quiero que sepa también, y es lo agradecida que me siento. Lightning fue quien salvó nuestras almas en ese “otro mundo”, ¿no? Si nos salvó, quisiera darle las gracias por ello.

-Bien, ella ya sabe que estás agradecida. Porque estás aquí, con vida.

Vanille, con voz dulce pero segura de sí misma, aclara lo que Fang quiere decir:

-Esto es lo que Lightning deseaba, desde lo más profundo de su corazón. Quería que todos pudieran vivir en vistas a un futuro, sin necesidad de que se les arrancara el pasado. Por eso se enfrentó al Altísimo, y su victoria le concedió este mundo. Un nuevo mundo en el que todos pudieran vivir.

-Mientras todos sean felices viviendo en este mundo, el deseo de Lightning ya se ha cumplido. No hay necesidad de perseguirla ondeando tu gratitud en una bandera. Ella no querría eso, si me preguntas a mí.

-… En otras palabras, ¿me estáis diciendo que no vaya tras ella? ¿Qué debería dejar a Lightning tranquila?

-Sólo digo que si te las arreglas para encontrarla por ti misma, bien, no me oirás quejarme. Eres libre de buscarla.

-Lo que hagas tú, también Lightning puede hacerlo –añade Vanille–. Ella ya es libre.

En cualquiera de sus entrevistas habituales, Aoede habría seguido insistiendo en conseguir información sobre Lightning por parte de Fang y Vanille, pero no se siente con ánimos de entristecerlas. Ambas se sacrificaron para salvar el Nido, donde ella vivió, y por eso se siente en deuda con ellas. Aun así, Aoede no planea rendirse en su misión para conocer a Lightning: decide que es el momento de regresar al comienzo y preguntar por la última pieza de la historia al hombre que acompañó a Lightning en los trece días antes al fin del “otro mundo”.



Hope Estheim.


martes, 30 de junio de 2015

Final Fantasy XIII: Reminiscence -tracer of memories- CAPÍTULO VI – NOEL KREISS Y PADDRA-NUS YUUL

Son las siete de la mañana, y Aoede se abre camino a través de un mercado que ya ha empezado a mostrar signos de actividad…


Se halla en algún lugar del subtrópico, y alrededor de ella la gente viste coloridas vestimentas étnicas. Desde el mercado entra en un callejón, y al final de éste hay una casa de madera de dos plantas, un tanto sencilla pero lejos de estar descuidada. Es una estructura abierta, apropiada para el clima húmedo, y la puerta bien podría no haber estado puesta. Aoede exclama un saludo cuando entra a la casa, que resulta estar mucho mejor cuidada de lo esperado.

-Así que eres tú.

La voz habla desde el segundo piso, y allí, apoyado en la barandilla de las escaleras, hay un joven. La luz del sol que se filtra por las ventanas deja su rostro en sombras, pero sus ojos relucen en la oscuridad. Aoede piensa que esos ojos, claros pero inescrutables, son como los de un cazador evaluando fríamente una presa. Como los ojos de un perro de caza, o un gato.

En un segundo, el joven salta desde la escalera y sin hacer ruido aterriza de pie frente a Aoede; todo esto refuerza su impresión gatuna de Noel Kreiss.

-Snow me habló de ti. Así que quieres saber sobre el “otro mundo”.

-Sí, a ser posible. Yo también era parte de ese mundo.

-Eso he oído. Pero nunca he tenido oportunidad de hablar sobre ello. Nadie se tragaría una historia como ésa.

Sin relajar su posición, Noel le pregunta a Yuul, que está de pie en el umbral tras Aoede, su opinión. Yuul mira largamente a Aoede, y decide que pueden fiarse de ella porque les creerá. Noel, con un suspiro, dice que si Yuul lo dice, es porque es así. Aoede percibe su voz adoptar un matiz dulce, y piensa que, para él, la opinión y juicio de Yuul deben de ser lo primero.

Se sientan y comienzan a hablar. Yuul se sienta rígida, su espalda completamente recta, mientras que Noel es la viva imagen del relax, pero Aoede sabe que no debe engañarse: tras la postura relajada de Noel se halla la seguridad de que está preparado para cualquier cosa que pueda ocurrir. A Aoede se le ocurre que Noel no es sólo como un gato, sino que tiene el aura de un perro guardián.

Noel relata su historia, su vida en el 700 d. H., la tribu de los visionarios, Caius y sus aventuras a través del tiempo con Serah.

-La muerte de Serah, la destrucción del mundo, no sólo fueron culpa de Caius. Yo también tuve que ver en eso.

-Pero fue una trampa ideada por Caius, ¿no? Tú no lo sabías. Snow me dijo que no era culpa tuya.

-Es una de esas cosas que no puedes dejar pasar como inevitable, y tampoco es algo que debas permitirte olvidar. No podía dejar de pensar que podía haber habido otra manera, o que debía haberlo hecho mejor y evitar todo aquello… Tuve 500 años, tiempo más que suficiente, para cuestionarme a mí mismo y arrepentirme por mis actos… y eventualmente, incluso llegué a entender cómo Caius debió haberse sentido cuando trató de destruir el mundo por Yuul.

Aoede está sorprendida por su franca confesión, y Noel empieza a hablar de cómo llevó su vida en la Era del Caos. Aoede explica que ha oído hablar del Consejo del Renacer, y de que era el núcleo de la sociedad humana.

-Fue gracias a Sazh y a sus sermones de ánimo. Ya sabes, rollos tipo “cuando las cosas se ponen feas, ¡es hora de que los críos tomen las riendas!” y tal. Me alegraba de tener faena que hacer, para reparar mis errores. No se me ocurría cómo salir de la oscuridad, y sin nada que hacer, habría perdido la cabeza.

-Estabas muy afectado por lo que le habías hecho al mundo, ya veo. Pero también he oído que formaste equipo con Snow para luchar contra los monstruos originados por el Caos.

-No sólo éramos nosotros dos, un montón de gente se nos unió también. Formamos algo parecido a una patrulla. Snow era nuestro capitán, aunque creo que “el Jefazo” lo describiría mejor. Dirigía las tropas y era el primero en lanzarse al ataque cuando había peligro.

-¿Y tú eras su lugarteniente?

-Técnicamente sí, pero la mayor parte del tiempo me separaba del grupo e iba en solitario. Misiones de reconocimiento e infiltración, cazar monstruos y esas cosas.

-Así que eras como una patrulla en uno solo, o mejor dicho, un cazador solitario.

-No es tan guapo como suena. La verdad es que tenía un poco de reparo a mostrarme en público. Había echado el mundo a perder, y por eso nunca pude reunir los ánimos para trabajar en el centro de la sociedad como hacían Hope y Snow. Me sentía avergonzado, como si no tuviera derecho a caminar bajo la luz del día, así que decidí hacer lo mejor para la sociedad desde las sombras. Snow lo entendió, y no tenía problemas con dejarme hacer las cosas a mi manera.

-Entonces ambos confiabais el uno en el otro. Pero oí que la primera vez que conociste a Snow en tus viajes temporales, no os llevabais muy bien.

-Pero eso es de cajón. Era demasiado impulsivo. Por aquel entonces, estaba tratando desesperadamente de proteger a Serah lo mejor posible, y ahí estaba él, intentando abarcar más de lo que podía, y a esto de palmarla. Pensé, “me estoy dejando la piel haciendo el esfuerzo de proteger a tu novia, ¿y tú vas a morirte antes de eso?” Para mí era natural querer decirle una cosa o dos a la cara.

-¿No podías soportar su carácter?

-No va por ahí. Creo que debería haber sabido que, en el fondo, era un buen tío. Quizá tuviera miedo de que intentara alguna de sus locuras y acabara en el hoyo, así que le dediqué algo de consideración aunque no fuera asunto mío.

Aoede sugiere que Noel ahora ve las cosas como son, y puede entender cómo él y Snow se sintieron en aquellos tiempos.

-Sí, era impulsivo sin duda, pero no sólo era impulsivo. Sacaba lo mejor de las personas. Nunca dejó de ser el niñato que se creía el rey del mambo, y todos a su alrededor tenían que asegurarse de que no se metía en líos, y creo que, tal vez, todos los que cuidábamos de él acabamos inspirados por él para darlo todo. Eso fue lo que logré entender en la Era del Caos. Después de años, décadas, de lucha, cuando todos estábamos agotados y a punto de tirar la toalla, Snow seguía ahí fuera en primera línea, arriesgando su vida, y nos enseñó a todos cómo debe ser la espalda de un luchador. Se jugó la vida para devolvernos el ánimo, y hallamos el coraje en sus actos.

-Ya veo, él era el héroe cuyas acciones decían más que sus palabras.

-Yo no pude proteger a la mujer que amaba, Serah, y debería haberme odiado por ello. Y aun así nunca dijo una sola palabra acusatoria.

Noel hace una breve pausa, y continúa con la voz un tanto temblorosa:

-… Eso era demasiado para mí. Incluso se me ocurrió que hubiera sido más fácil para mí si me hubiera chillado. Por Serah, por el Caos, por todo; si tan sólo me hubiera gritado, “¡es por tu culpa!”, entonces quizá hubiera podido defenderme y decir, “¡no, fue culpa de Caius!”, y dejarlo pasar. Llegué a imaginarme eso. Seguramente pienses que es muy egoísta por mi parte.

Aoede es comprensiva; menciona que eso es lo que le pasó a Sazh, pues se sentía culpable por estar tan triste y empezó a distanciarse de los demás.

-Es la primera vez que oigo eso. Así que por eso es por lo que Sazh dejó de vernos… Pero sé cómo debió de sentirse. Después de 300 años viviendo en la Era del Caos, empecé a verlo todo negativamente. Y entonces ocurrió aquello, y eso fue el golpe final.

-Te refieres a la desaparición de Hope.

-Ahora sé que Bhunivelze estaba detrás de ello. Pero por aquel entonces, no teníamos forma de saber lo que había pasado. Pensé que era imposible que Hope hubiera abandonado su trabajo y se hubiera marchado, era demasiado responsable para hacer algo así, y había trabajado muy duro para salvar el mundo. Y además, Hope no fue el único que desapareció. Los científicos trabajando en la investigación en el Nuevo Nido también, todos y cada uno de ellos.

-¿Qué clase de investigación tenían en el Nido?

-Tenía algo que ver con controlar el Caos… tendrás que preguntarle a Hope por los detalles. De todas formas, no había explicación para lo sucedido, y el Consejo del Renacer se vino abajo tratando de tomar el relevo. Fueron tiempos peligrosos para nuestra sociedad, y Snow y yo vimos nuestro trabajo interrumpido tratando de mantener el orden público. Eventualmente acabamos tan ocupados que no teníamos tiempo para vernos.

-Y mientras tanto, la salvación del Altísimo empezó a seducir los corazones de la gente. El todopoderoso Bhunivelze nos llevaría a todos al nuevo mundo; ésas eran las enseñanzas de la Orden, cuya influencia se extendió.

-La Orden era la que más tajada sacaba con la desaparición de Hope. Pensé que tal vez la Orden fuera quien lo secuestrara, así que me embarqué en una misión de infiltración para averiguarlo.

-¿Y encontraste alguna evidencia?

-Ni una sola. Aun así, la manera de hacer las cosas de la Orden no me convencía. Decían que estaban salvando almas, pintaban muy bonita su palabrería, pero en el momento en el que se hicieron con el control la tomaron con todo aquel que les llevaba la contraria. Así que me colé en su catedral y, bueno, digamos que les dejé una advertencia severa. Por eso alguna gente empezó a llamarme el Cazador Oscuro. Mientras tanto, oí que Snow intentaba evitar que la Orden monopolizara los suministros, y eligió comprometerse para esquivar un conflicto directo con ellos. Cuando me enteré de que había aceptado el título de Patrón de la Orden, creí que había vendido su alma a las enseñanzas de un dios turbio. Pero en el fondo debería haber sabido lo que estaba pensando. Liarse a tortas con la Orden habría implicado una guerra civil, y tal y como lo resolvió le permitió mantener el control de Yusnaan y la planta de suministros, al tiempo que mantenía a la Orden a raya. Sabía que era la pura verdad… pero al mismo tiempo no quería entenderlo.

Sin Hope para mantenerlos unidos, los viejos amigos se distanciaron. Trece años antes del fin del mundo, Vanille y Fang despertaron, pero Noel apenas tenía nada que ver con ellas. Al mismo tiempo, empezaron a extenderse rumores sobre el Redentor.

-Y fue entonces cuando esa chica, Lumina, apareció. Nadie sabía de dónde vino. Era un misterio, porque no podían haber nacido niños con el Caos campando a sus anchas. Y también apareció el Auspiciador en ese momento.

-Serah me ha hablado sobre los Auspiciadores. Son grabaciones de profecías del futuro que veían los visionarios, cada generación de Yuuls.

-Demasiado bien lo sé. Y por eso mismo me engañaron como a un tonto.

-¿Te engañaron?

-Fue una falsa profecía que hizo Lumina. Las cosas que mostraba no eran más que imágenes de un futuro que quería con locura. Volver a encontrarme con Yuul, vivir nuestras vidas juntos en paz… Era un futuro que quería hacer que sucediera, y por ello habría hecho lo que fuera.

-Supongo que buscabas tu salvación en la profecía. ¿Qué te hizo caer en ello?

-La desesperación. Era más de lo que podía soportar, así que me aferré desesperadamente a la esperanza. Pensaba para mis adentros, no me importa si he de mancharme las manos de sangre. La profecía mostraba una historia real. Si derrotaba al Redentor, es decir, si mataba a Lightning, nos aguardaría un futuro de paz. Así que traté de matarla.

-¿Y no tenías reparos en luchar contra Lightning?

-… ¿No lo recuerdas? He dicho antes que sabía cómo debía de haberse sentido Caius. La muerte de Serah, la destrucción del mundo… No dejaba de machacarme a mí mismo acerca de mis errores pasados, y me sustentaba la desesperación. No podía pensar en positivo, me dejaba un mal sabor de boca.

-Viviste demasiado tiempo sin la conciencia tranquila, ¿y por eso elegiste el camino de la destrucción?

-Creo que a Caius le pasó lo mismo. No importaba cuántas veces perdiera a Yuul, ni siquiera podía acabar con su vida y su desesperación, porque era inmortal. Y entonces fue cuando tomó la decisión equivocada y decidió destruir el mundo. Yo era como él entonces. Volviendo la vista atrás, no fui el único que perdió la cabeza. Snow y Sazh, cada uno tenía sus propios problemas y no veían solución. Todos estábamos un poco tocados, de alguna manera.

Entonces Yuul interviene:

-Pero el Redentor, Lightning, regresó, y liberó las almas de la gente que hasta entonces había estado atrapada.

-¿Qué estabas haciendo entonces, Yuul? Deberías haber muerto en el 700 d. H. …

-Mi alma… nuestras almas estaban con Caius. Juntos, con las almas de todos los Oráculos de nombre Yuul. Éramos un vasto número de almas fusionadas, y por eso no teníamos una conciencia o voluntad estructurada. Existíamos sólo como un voluble, inocente deseo.

-Ella estaba en el santuario de las Marcas Salvajes, no muy lejos de Yusnaan o Luxerion –dice Noel–. No tenía ni idea de que estuviera tan cerca.

-¿Quiere decir eso que Caius vivía allí también? –le pregunta Aoede a Yuul.

-No estaba ni vivo ni muerto. Los sentimientos de las incontables Yuuls se contradecían: algunas Yuuls pensaban que había sufrido demasiado tiempo y querían que muriera para liberarlo, pero otras Yuuls no querían que muriera y deseaban que permaneciera junto a ellas. Nuestros sentimientos contradictorios se fundieron con el Caos y aprisionaron su alma. No le permitían desaparecer.

-¿El alma de Caius renació también en este mundo?

-… No está en el mundo que ves. Caius está en el plano al que las almas regresan. Si mueres, estoy segura de que lo encontrarás.

-Así que si vive en el mundo de los muertos…

-Protege las almas de los difuntos, los conduce a una nueva vida, gobierna las Tierras Etéreas. Eso es lo que hace.

Aoede da por finalizada la entrevista, y los tres hacen una visita al mercado. Es casi la hora de comer, y el mercado está lleno de actividad. En los rostros de Noel y Yuul hay profunda satisfacción, y Aoede cree que sabe por qué eligieron vivir entre tanta algarabía: para dos almas que sólo conocieron una era de soledad, el ambiente bullicioso debe de ser algo muy reconfortante para ellos.

Yuul, que había sido escueta y cuidadosa con sus palabras en la entrevista, es ahora una persona completamente diferente: baila por las calles, le señala a Noel todo lo que le resulta curioso con ojos brillantes y la risa brota fácilmente de sus labios. Noel, con su mirada dulce, la vigila. Aoede piensa que pasarán muchos, muchos años antes de que ambos se reencuentren con Caius Ballad en el mundo de los muertos.

Comen juntos, pero antes de separarse Noel escribe en la libreta de Aoede dónde puede encontrar a Fang y Vanille.

-Encontrarás aquí a Fang y Vanille. De hecho, Snow me pidió un favor. Me dijo que si, después de conocerte, opinaba que eras de confianza, debía decirte dónde viven ambas.



Noel se queja entonces de Snow y su falta de responsabilidad; no debería haber dejado una decisión tan importante en manos de otra persona. Pero aunque dice esto, hay una leve sonrisa en sus labios, y una mirada nostálgica en sus ojos.


lunes, 29 de junio de 2015

Final Fantasy XIII: Reminiscence -tracer of memories- CAPÍTULO V – SNOW VILLIERS

Aoede aguarda en una destartalada parada de autobús, junto a una carretera en medio de la nada. Mira los verdes prados a su alrededor, y piensa que mientras que la campiña pueda ser un lugar aburrido para la mayoría, la falta de acción es probablemente lo que le guste a Snow, después de haber luchado en el “otro mundo” durante tanto tiempo. Aoede sabe que podría haber quedado con él en el pueblo, pero a Snow le gusta conducir su moto en esta parte de la carretera, y Aoede pensó que sería un buen lugar para escuchar su historia. Entonces Snow y su moto aparecen en lontananza, y él se detiene en la parada de autobús para decirle a Aoede que no tendrá mucha suerte si quiere coger uno, pues la línea lleva abandonada cierto tiempo.


-No es un problema. Te estaba esperando.

-… No tienes pinta de querer hacer autoestop.

-Sé de ti gracias a Serah Farron.

Al oír esto, Snow detiene su moto, y ambos deciden hablar bajo el techo de la parada de autobús. Aoede le cuenta todo lo que ha averiguado hasta la fecha, y al final de su relato Snow accede a contarle todo lo que ella quiera saber, porque todo aquel que se gane la confianza de Serah se ha ganado la suya también. Snow entonces relata su historia desde el comienzo; cuando llega a la parte en la que Serah murió, se hace el silencio, y Aoede, intuyendo que debe de ser un recuerdo doloroso para él incluso ahora que Serah está viva, cambia rápidamente de tema, y le pide que le hable de la Era del Caos.

Snow le relata sus vivencias en Nova Chrysalia, y Aoede se entera de que justo después de que el Caos comenzara a extenderse por el mundo, todos se refugiaron en el Nuevo Nido, el Arca en los cielos. Hope, gracias a su carisma, se convirtió en líder sin discusión, y se estableció el Consejo del Renacer (1). Hope era el cerebro, el cabeza visible a cargo, mientras que Noel, Snow y Sazh se encargaban de los monstruos. Pero, tal y como era de esperar, el hecho de que la humanidad no pudiera envejecer se convirtió en el mayor problema. Aoede ya había deducido que en algún momento todo el mundo debió de ser inmortal, porque algunas de las personas a las que había entrevistado decían haber vivido cientos de años, pero Snow la corrige: no eran inmortales, pues aún era posible morir, y dado que no nacían niños la humanidad estaba condenada a la extinción, algo que el Consejo del Renacer trató de prevenir a toda costa.

-Las cosas se estaban saliendo de madre rápidamente. Las tierras en las que podíamos vivir estaban siendo consumidas por el Caos, poco a poco, e incluso Bhunivelze, ahí arriba en el cielo, tampoco podía escapar a la catástrofe.

-Bhunivelze… No dejo de oír esa palabra, pero ¿qué significa?

-Es el nombre del Nido que construimos. Y también el nombre del Altísimo, nuestro mayor enemigo.

-¿Qué…?

-Ya te lo cuento luego. Bueno, pues el Nuevo Nido empezó a deteriorarse y a fracturarse, y éramos conscientes de que no podría albergarnos para siempre. Y fue entonces cuando el fal’Cie Pandemónium apareció. Se puso en marcha y empezó a trabajar a gran velocidad en las tierras fuera de nuestro Nido.

-Con “ponerse en marcha”, ¿a qué te refieres?

-Era un fal’Cie que creaba cosas. Comenzó a cultivar las tierras junto al mar y a construir hogares para que la gente pudiera vivir en ellos, aunque nadie se lo pidió. Rápidamente construyó algo parecido a una ciudad, y luego otra más apartada de la primera. La primera eventualmente se llamó Luxerion, y la segunda se convertiría en Yusnaan.

-Así que todos en el Nuevo Nido se trasladaron a las ciudades que construyó el fal’Cie.

-Al principio no, porque desconfiábamos de él y nos mantuvimos al margen durante mucho tiempo. No se puede confiar en los fal’Cie, y no es que nos hubiera mandado ningún mensaje de ninguna clase. Mientras nos manteníamos alerta y esperábamos a ver qué haría después, el fal’Cie siguió a lo suyo. Construyó una fábrica en Yusnaan y estableció una cadena de suministros. Comida, combustible, herramientas… El fal’Cie no dijo nada nunca, pero desde luego estaba tratando de atraernos. “Abandonad vuestro Nuevo Nido y venid aquí”, casi podías oírle decir.

Snow explica que fue una decisión difícil de tomar; tras años de debates, el Consejo del Renacer decidió el éxodo a la superficie, siendo el argumento que si todos seguían viviendo en el interior del Nuevo Nido, que ya se estaba deteriorando por los efectos del Caos, nadie sobreviviría demasiado tiempo. Además, el Nuevo Nido era el núcleo de toda su tecnología, así que si de repente dejara de funcionar significaría un desastre para la humanidad. Trasladarlos a todos fuera y gradualmente aprender a alimentarse y protegerse a sí mismos, al tiempo que requerían de los suministros del fal’Cie Pandemónium, era su mejor apuesta a la hora de proteger el Nuevo Nido y la tecnología de su interior.

-Dependíamos del fal’Cie para alimentarnos, y era casi como volver a ser ganado criado por los fal’Cie. Y mandar a la gente fuera del Nuevo Nido, aunque era técnicamente seguro, al mundo exterior, era como volver a pasar otra vez por la Purga, pensé. Pero es que no había otra opción. Nosotros dirigimos la primera expedición a la superficie. Tratamos de ser autosuficientes para no depender demasiado del fal’Cie, y todo ese tiempo estuvimos luchando contra el Caos. Cada día… era una lucha sin fin, y durante años fue así como vivimos.

-Suena como si fuera fácil perder la noción del tiempo viviendo así… Me recuerda a lo que dijo Sazh. Me contó que se sumió en la desesperación cuando Dajh no despertaba, y vagó por la tierra durante años.

-Yo quería ayudar al abuelo, pero no había nada que pudiera hacer… A mí me pasaba lo mismo. No podía ver ningún futuro, y no sabía cómo salvar a Serah, o dónde estaba Lightning. Cada día era una pesadilla. Noel también estaba desesperado. Se culpaba a sí mismo por lo que le pasó a Serah, y por el lío en el que el mundo se había metido, y no podía superarlo. No debería haberse culpado, porque no hizo nada malo.

-¿Y cómo lo llevaba Hope?

-Él era brillante. Buscó una forma de detener el Caos, y nunca se quejó por nada, ni una sola vez. Yo pude mantenerme en pie y darlo todo porque él nunca abandonó la esperanza. Era igual que como lo llamaron sus padres, él era la esperanza. Él era nuestra… bueno, igual te crees que exagero, pero él era la esperanza para toda la humanidad. Y por eso mismo… fue eliminado.

-Cuando dices “eliminado”, ¿te refieres a… cómo Hope desapareció misteriosamente, sin dejar rastro? Sazh me contó que la desaparición de Hope fue lo que hizo cambiar el mundo.

-Desapareció de repente, y el Consejo del Renacer se sumió en la confusión. Hubo debates, sí, pero no se tomó ninguna decisión. Traté de restablecer el orden… pero yo no era Hope. Se produjeron enfrentamientos entre facciones y pequeñas rencillas empezaron a cargarse los cimientos de nuestra sociedad. Todo el mundo estaba de los nervios. Por aquel entonces, yo era responsable de la planta de producción en Yusnaan, y me costó horrores impedir que comenzara una guerra por el control de los suministros.

En medio de la confusión, el Consejo del Renacer empezó a perder la confianza del pueblo, y en su lugar se extendieron las “enseñanzas”.

-Era el credo del Altísimo. Aun si el mundo acaba, el Altísimo os salvará y os guiará a un nuevo mundo. Ésta era la doctrina que predicaba la Orden, que apareció más o menos en esa época.

-He oído hablar de la Orden en mis investigaciones.

-No me sorprende, porque el número de creyentes de la Orden no hacía más que aumentar, y como organización que eran empezaron a ejercer control sobre la sociedad. Y respecto al nombre del dios que adoraban… venga, adivina.

-… Bhunivelze.

-El pánico se extendió tras la desaparición de Hope, y los más desesperados se aferraron a las enseñanzas de Bhunivelze con la esperanza de la salvación. Ya ves por qué Hope fue secuestrado, ¿verdad? Bhunivelze fue quien se llevó a Hope. El Altísimo nos arrebató la esperanza que él representaba a fin de robar los corazones de la gente. Y la Orden buscaba monopolizar los suministros; yo no iba a dejarles hacer eso, pero al mismo tiempo tampoco quería que la gente se enfrentara entre sí. De puertas para fuera, fingí ceder a la autoridad de la Orden, y me concedieron el título de Patrón. Pero les hice acceder a dos condiciones: Yusnaan permanecería independiente, y la Orden no tendría potestad para husmear en la planta de suministros.

-Parece que tuviste que hacer un montón de política.

-¿A que no suena a mi antiguo yo? Hasta un idiota como yo aprende algunas cosas después de vivir unos cuantos cientos de años.

Snow entonces explica que como Patrón de Yusnaan se pasó el tiempo jugando al gato y al ratón en cuestión de política con la Orden; había tanto trabajo por hacer que tenía cada vez menos tiempo para ver a Sazh y a Noel, y eventualmente ya no se mantenían en contacto. Unos 150 años después, Vanille y Fang despertaron y fueron tomadas bajo custodia de la Orden.

-Seguro que aquello también fue obra de Bhunivelze. La intervención del fal’Cie Pandemónium, la desaparición de Hope, todo era parte del plan del Altísimo. Y el toque final era el Redentor.

Snow explica que según las enseñanzas de la Orden, el Redentor purifica las almas de la humanidad y los guía al nuevo mundo.

-¿Qué quieren decir cuando hablan de la purificación del alma?

-Que lo olvidas todo. “Los difuntos, los recuerdos del pasado, ¡olvidémoslos todos y renazcamos en el nuevo mundo!”

-En ese caso… la razón por la que no podemos abrazar nuestros recuerdos del “otro mundo”, es porque nuestras almas han sido purificadas, ¿verdad? En el proceso de renacer desde ese mundo del Nido, a este planeta, el Redentor, ella…

Snow espera a que Aoede acabe, y ella, creyendo que finalmente ha dado con la verdad, pregunta:

-Lightning borró nuestros recuerdos y emociones, ¿verdad?

La mirada de Snow se vuelve momentáneamente dura, pero entonces la tensión desaparece de pronto, y le informa a Aoede de que ha llegado a la conclusión equivocada: Lightning luchó contra Bhunivelze para que todos pudieran conservar sus recuerdos, y la propia Aoede es prueba de ello.

-¿Yo?

-Tus recuerdos no desaparecieron, tan sólo no podías recordarlos bien. Y los has recuperado mientras nos entrevistabas a todos, ¿o no?

-Sí, pero… en ese caso aún estoy más confundida. Comencé a investigar esperando averiguar la verdad tras mis vagos recuerdos, pero tras conoceros a todos vosotros, y recuperar mis recuerdos de ese mundo, ahora tengo otras preguntas distintas… ¿Qué es este mundo en el que ahora vivo? ¿Por qué el mundo acabó así? Ahora creo que el verdadero propósito de mi misión es descubrir la respuesta a esto.

-Oye, al menos sabes lo que estás haciendo después de todo. Cualquier duda que tengas, tendrás que solventarla por ti misma. Es el camino que tú misma has elegido.

Snow le asegura a Aoede que tendrá todas sus respuestas cuando conozca a Lightning; ella le pregunta por su paradero, pero él esquiva la pregunta:

-Ah, no, hay un orden para todo, ¿sabes? Vas a tratar de sonsacárselo a la cuñada y avasallarla con preguntas, así sin más, porque sí. Da miedo del copón, saldrás corriendo como la hagas enfadar.

Aoede sospecha que igual Snow no sabe dónde está Lightning, pero tampoco cree que él sea una persona que mienta así por las buenas.

-Bueno, gracias por la advertencia. Parece una persona complicada. No sé si me escucharía siquiera si llego a conocerla.

-Tranquila, no sólo le hagas preguntas, hazle saber cómo te sientes también. Seguro que a eso te responde.

-¿Cómo… me siento?

-Yo era así también. Me reprimí y no fui capaz de confiar en Lightning cuando regresó como Redentor. Así que le revelé cómo me sentía, y así fue como nos entendimos.



Aoede piensa en qué quiere decirle a Lightning, pero no se le ocurre nada. Entonces Snow promete que le concertará una entrevista con Noel.

(1)             N/T: En el original, Conseil de Renaissance (lit. “Consejo del Renacer” en francés).